Una gota blanca surca tu piel,
y en su lento viaje me involucré.
Por el tobogán de tu cuello
va esquivando las hebras de tu cabello.
No detuvo su cauce aquel collar,
pues tenía una ruta que completar.
Aquella gota me deslumbró
y en su recorrido algo delató.
Una soledad, una risa, una pena,
una corta lágrima en noches serenas,
tal vez un romance en ebullición
o una completa desilusión.
La gota blanca me hace notar
en su trayecto un pequeño lunar,
erguido sobre tu lozano pecho,
su sinuoso camino se torna estrecho.
Entre tus senos encuentra lugar
y en unos segundos se ha de evaporar.
De aquella gota una visión
una pregunta y su conclusión,
la gota blanca ya no es un misterio
fue la consecuencia del sol de enero.
Era la mezcla de tu sudor,
los treinta grados y el bloqueador.
8 de febrero de 2012
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