a la tarea de germinar mi mente.
Creo entonces necesitar refuerzos
para suplir tanto saber ausente.
Sartre me condena a ser libre,
mientras Freud me juzga en un sueño.
Vallejo en Trilce logra que vibre
y Dalí me muestra relojes de ensueño.
Conozco a Elisa por Beethoven,
a una niña mala por Vargas Llosa,
sé de Juana de Arco cuando joven,
y oigo a Chabuca en tonada brillosa.
Pero eres tú quien más me ilustra,
la que en un invierno abrigó la fe.
Evitas la vaga pena que me frustra,
eres luz y tal vez lo único que sé.
Eres junio en una banca fría,
eres un sí, un acepto y un tal vez.
Eres mañana callada y tardía,
eres viernes, ayer, hoy y después.
Me dejaré llevar por la marea
de alguna corriente intelectual;
evitando a toda costa la idea
de ser un corriente intelectual.
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